Ser un buen amigo es ser un buen cristiano

Nuestra amistad con Cristo va más allá de los límites;
es pura, verdadera, duradera.
Ha pasado por grandes pruebas,
una de tantas es la Cruz y aún así sigue intacta, como en un principio.

No hemos hecho grandes cosas
por él, pero él  sí  ha hecho una muy significativa por nosotros, nos ha entregado su vida;
no hemos recorrido grandes distancias por él,
pero él sí nos acompaña en todo momento y aun cuando vamos por caminos pedregosos.

Y a pesar de todo, del tiempo, de nuestra ingratitud, de la distancia,
de las cosas que no hacemos bien, de las veces  que no lo hemos reconocido, sigue  firme en un mismo en su amor y dandonos su misericordia.